Natalia Ginzburg, audazmente tímida, Maja Pflug

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    “En el posfacio a Madame Bovary, Natalia describió la tarea de traducción como un ejercicio sanador, revitalizante, que pedía una relación con las palabras distinta a la de la escritura propia…” “…mirar fijo el “amado mundo de otro”. “…había que aferrarse a cada palabra y, al mismo tiempo, avanzar con la impaciencia de un caballo, sin perder nunca de vista el todo”. “Traducir es servir”.