Historia

Semblanza sobre una rica historia de trabajo, vocación y servicio por la cultura nuevejuliense

A lo largo de casi nueve décadas de historia, es factible intuir un común denominador que se mantiene a lo largo de su vida en la Comunidad de 9 de Julio: la Biblioteca Popular «José Ingenieros» ha sido y es un espacio de cultura y de participación abierto a todos.
La Biblioteca fue, desde sus comienzos, una parte del espacio público,  un espacio de participación y desarrollo cultural de la comunidad. Fue y sigue siendo un lugar de encuentro, de integración, en donde cada ciudadano tuvo, y tiene, la oportunidad de expresarse libremente, encontrando una caja de resonancia para sus intereses de información, educación y cultura. Fue vanguardia en la  promoción del acceso a la información, de la lectura y de las diferentes expresiones culturales. En este sentido, en aquellos años iniciales de la década de 1930, jugó un rol clave como actor estratégico en el desarrollo cultural local.

Aún en los momentos más difíciles y cuando la situación del contexto político o social era adversa, la Biblioteca fue el lugar en el que se impulsó el ejercicio de una ciudadanía democrática. Desde su origen, las diferentes comisiones directivas y sus bibliotecarios, fomentaron una común unión entre la institución y el ciudadano, sea socio o no.

Si se piensa en la gran cantidad de eventos culturales desarrollados por la Biblioteca se observa claramente que las mismas han corrido como un fenómeno paralelo con la evolución de las políticas culturales y propias de una nueva dimensión que el arte y la cultura fueron adquiriendo en la sociedad contemporánea. La cultura se ha convertido en uno de los campos más dinámicos de la sociedad actual y este hecho no ha sido ajeno a la Biblioteca Popular José Ingenieros. Hoy, desde esta institución, se despliegan diferentes actividades, literarias, artísticas y de recreación, que se ponen a tono con las exigencias que, para las entidades culturales, tiene la sociedad moderna.

Origen y  rol de la Biblioteca Popular

La palabra  BIBLIOTECA deriva de dos vocablos de origen griego: «biblion»: libro y «teke», el vocablo que significa: caja. A pesar de su etimología, una Biblioteca no es un mueble o un edificio para guardar libros, sino una colección de libros debidamente clasificados y ordenados, para la lectura y la consulta del público especialmente estudiantes, investigadores y amantes de la lectura.

Puede decirse que la idea de «Biblioteca Popular» nace en los orígenes mismos del arte de preservar los libros. Fue Julio César, en Roma, quien proyectó la creación de Bibliotecas públicas, pero sus planes sólo se realizaron durante el reinado de Augusto, cuando fue fundada la primera en su tipo, entre los años 39 y 27 a. C.

En realidad, desde el Renacimiento, en que se desarrolló un verdadero culto al libro, comenzaron a multiplicarse las bibliotecas públicas, las cuales experimentaron un desarrollo extraordinario, debido al incremento de las publicaciones y a la ayuda que prestaban en la vida educacional, social y cultural de los pueblos. De este modo, el concepto de Biblioteca evolucionó, dejando de ser solamente un recinto en el cual se almacenaban libros para ponerlos a disposición de una clientela limitada, para hacer sitio al que tienen acceso todos los sectores de la comunidad.

En sus viajes a Estados Unidos, entre 1847 y 1865, Domingo Faustino Sarmiento tomó la idea de bibliotecas por suscripción y la trasladó primero a Chile y luego a la Argentina, donde estas bibliotecas recibieron el nombre de “Biblioteca Popular”.

La definición moderna más extendida y aceptada en nuestro país acerca de la “biblioteca popular” la ofrece la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP): “Una Asociación Civil autónoma, creada por la vocación solidaria de un grupo de vecinos de una localidad o barrio, dirigida y sostenida básicamente por sus socios, con el fin de brindar información, educación, recreación y animación socio-cultural mediante una colección bibliográfica y multimedial de carácter general y abierta a todo público. Se trata de una institución educativo-cultural básica que en forma amplia, libre y pluralista ofrece servicios y espacios para la consulta, la expresión, el desarrollo de actividades culturales, de extensión bibliotecaria y de extensión de la lectura.”

A diferencia de otras bibliotecas especializadas, que trabajan para públicos más homogéneos, la biblioteca popular se dirige al conjunto de los componentes de la comunidad en la que se establece, sin limitaciones de edad, sexo, formación, herencias o ideologías.

Libros, bibliotecas y cultura escrita en 9 de Julio hasta 1930

Puede afirmarse que, los libros y la literatura impresa, llegaron a 9 de Julio en las horas iniciales de la fundación del campamento militar. Precisamente, como parte del equipaje que el coronel Julio de Vedia traía consigo al momento de movilizar el contingente de civiles y militares al paraje «Tres Lagunas» para establecer la comandancia que, meses después, propició la fundación del pueblo, se encontraban diversas ediciones de libros que conformaban su biblioteca personal.

En una carta fechada el 1º de noviembre de 1863, sin dudas, una de las primeras escritas en el recientemente fundado campamento de 9 de Julio, Vedia solicitaba a su hermano político, el general Bartolomé Mitre, Presidente de la República Argentina,  el envío de libros.

Por otra parte, procuró disponer la instalación de dos maestras en el nuevo pueblo, Mercedes Vázquez de Labbé y Bonifacia Vieyra de de la Plaza, para la educación de los niños.

Las estadísticas del siglo XIX, los censos de población de 1869, 1881 y 1895, revelan un alto índice de analfabetismo entre la población. El acceso al conocimiento estaba reservado para unos pocos. Por cierto, en el siglo XIX, las obras editadas que llegaban al pueblo a través de la mensajería, de cuando en cuando terminaban siendo exhibían en los escaparates de los almacenes de ramos generales, entre enseres domésticos y herramientas variadas.

La adquisición de libros, en el mejor de los casos, podría realizarse a través de algunas suscripciones o de los servicios de mensajerías.

Frente a ese contexto, era imperioso para los vecinos instruidos, contar con una biblioteca pública, un espacio desde el cual poder acceder al universo de los libros.

La fundación de la Biblioteca

En la década de 1930, el periodismo, era única expresión de la cultura escrita desarrollada en 9 de Julio, pues debe tenerse en cuenta que, hasta entonces, no se habían editado libros en la ciudad. Tampoco fuera de esta los autores nuevejuliense habían publicado sus obras. Poesías, cuentos, relatos variados y algunos ensayos breves de autores habían visto la luz solamente en las páginas de los periódicos. Por esos años comenzaban a experimentarse las profundas transformaciones que ir experimentando la vida cultural.

Para  los diferentes sectores que conformaban la sociedad nuevejuliense de entonces, la creación de una biblioteca popular, significaba también una herramienta para que los ciudadanos puedan ejercer el derecho de acceso a la cultura. De esta forma, los habitantes de la ciudad, una comunidad todavía rural, alejada de los adelantos de la gran urbe, los habitantes podían encontrar un paliativo precisamente en la biblioteca popular.

El 25 de marzo de 1933 fue constituida una comisión provisoria que se encargaría de realizar las gestiones iniciales para organizar la aludida Biblioteca.

Inmediatamente se estableció que, la misma, sería puesta bajo la protección de la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares, hoy denominada CONABIP y se le impuso el patrocinio de «José Ingenieros».

La elección del nombre de Ingenieros, destacado escritor, médico y sociólogo, como denominación para la biblioteca que debía fundarse, revela la apertura de acción que el intendente municipal dio a la Comisión Pro-Biblioteca.

A la comisión provisoria le cupo la tarea de confeccionar el proyecto de estatutos. En aquella primera reunión, que bien puede dársele el talante de «constitutiva», al fijar las líneas de trabajo, se estableció en la Biblioteca debía ser «absolutamente neutral, en cuanto a ideas políticas y religiosas» y, al mismo tiempo, propendería, «en primer término, a mantener y fortificar el sentimiento de la nacionalidad, a robustecer la voluntad y el carácter y a propagar conocimientos de letras, de ciencias puras y de ciencias aplicadas».

La primera comisión directiva, que tuvo carácter provisorio, fue conformada de la manera siguiente:

Presidente: Adela B. S. de Caplán.
Vicepresidente: Zulema P. de Garbizo.
Secretario: Pedro Estévez.
Pro- secretario: Zulema L. García.
Tesorero: Alcides Casas.
Pro- tesorero: María Sajaroff.
Vocales: Nelly Pico, Rosa Elías y Adela Rumi.

Merced a la buena disposición de los integrantes de la Comisión Pro-Biblioteca, los objetos del primer Museo de 9 de Julio pudieron ser preservados y sirvieron como base material para la constitución del actual Archivo y Museo Histórico «General Julio de Vedia».

Las acciones preliminares

La Comisión Pro-Biblioteca se propuso el cometido de elaborar un proyecto de estatuto, por medio del cual se fijó las categorías de sus socios: protectores y activos. En las primeras reuniones, mantenidas entre la Comisión Pro-Biblioteca y la Comisión de Extensión Cultural, de la que formaba parte, se estableció que la nueva  Biblioteca Popular, aunque independiente de la órbita municipal, ocuparía un lugar físico en el edificio de la Municipalidad.

A fines del mes de agosto de 1933 la captación de socios había sido exitosa, pues había superado el centenar. De igual manera, se había recibido una donación -procedente de diferentes aportes- cercana a los trescientos libros.  Entre ellos sobresalían los volúmenes de la Biblioteca Infantil de la Asociación de Maestros de 9 Julio, los cuales habían sido donados, sin  dudas, por la moción de dos de sus integrantes, Dominga Irigoitía de Palacios y María de los Milagros Brandón de Pagés (dos destacadas educadoras que, a su vez, ocupaban los cargos de presidente y secretaria, respectivamente, de la Comisión de Extensión Cultural).

Una vez aprobados los estatutos, fue constituida la primera comisión directiva de la Biblioteca Popular «José Ingenieros», la cual quedó definitivamente conformada, así:

Presidente: Alcides Casas.
Vicepresidente: José Gerardo García.
Secretario: Nelly Pico.
Secretario de actas: Zulema García.
Tesorero: Armando Palacios.
Vocales titulares: Carmen Lagunas y María Sajaroff.
Vocales suplentes: Faustino Miranda y Rosa Delia García.

Aunque no formaba parte de esta Comisión, se constituyó como un decidido colaborador el profesor Numa Romero.

Durante el mes de septiembre fueron adquiridas las estanterías, la mesa para la sala de consultas y otros insumos necesarios para la apertura de la Biblioteca. Por otro lado, fueron adquiridos en una reconocida librería de la Ciudad de Buenos Aires unos 266 libros de variadas temáticas. Con todo, al momento de establecerse la fecha en que debía realizarse el acto protocolar para la inauguración oficial de la Biblioteca se había alcanzado un volumen biográfico conformado por 730 volúmenes.

El acto fundacional

La Biblioteca Popular «José Ingenieros» fue fundada oficialmente el 12 de octubre de 1933. La circunstancia en que tenía lugar este hecho no podía ser, sin dudas, menos auspiciosa. La comisión directiva y el intendente municipal habían escogido precisamente el día en que era inaugurado, o más bien librado al servicio público, el actual palacio municipal, con las grandes transformaciones edilicias enmarcan el estilo que actualmente posee.

Numa Romero, el primer bibliotecario

El primer bibliotecario que tuvo la  Biblioteca Popular  «José Ingenieros» fue el profesor Numa Romero. De nacionalidad boliviana, nacido en Chuquisaca, se había radicado temporalmente en la Argentina para cursar estudios en la Universidad Nacional de La Plata. Durante algunos años, aunque pocos, vivió en esta ciudad, a instancias de un amigo y coterráneo suyo, el profesor Armando Palacios.

Romero fue profesor del Colegio Cavallari, donde desarrolló una descollante labor educativa, siendo el principal animador para la creación del Centro Estudiantil «Cavallari».

Como bibliotecario, Romero, realizó una tarea que se deslizó en dos vertientes, en un tiempo relativamente breve. Por un lado, trabajó para lograr la captación de lectores y usuarios de la nueva Biblioteca, procurando hacer la cercana a toda la sociedad; y por otro, prestó su colaboración en la organización de las pláticas o conferencias temáticas que fueron una contribución relevante para la sociedad de su tiempo.

Numa Romero del Carpio renunció a su cargo en diciembre de 1935, con motivo de ausentarse de esta ciudad, Escritor de renombre en Bolivia, se destacó como filósofo, historiador y ensayista.

Al profesor Numa Romero le sucedió en el cargo de bibliotecaria, Carmen Lagunas, a partir de diciembre de 1935.

La organización de las tribunas y pláticas temáticas

En octubre de 1934, al mismo tiempo en que se producía un considerable aumento en la cantidad de lectores que acudían a la biblioteca, la comisión directiva comenzó a proyectar la organización de las denominadas «pláticas». Aquellas no eran sino disertaciones o conferencias presentadas por algunos nuevejulienses destacados en diferentes áreas del conocimiento. Médicos, maestros y profesores, profesionales del derecho, entre otros, que por entonces residían en 9 de Julio, fueron invitados a disertar.

Las dos primeras conferencias organizadas en el marco de esta tribuna temática ofrecida a la comunidad por la Biblioteca Popular  «José Ingenieros», tuvieron lugar los días 23 y 26 de noviembre de 1934. La primera, pronunciada por el doctor Juan Martín Baztarrica versó acerca de los “Pequeños síntomas de enfermedades graves”; mientras que la segunda, a cargo del profesor Enrique P. Cano se ocupó de la vida y la obra de José Ingenieros.

Pocos días más tarde, el 2 de diciembre de 1934,  Adela S. de Caplán ofreció una exposición sobre “La mujer en el pasado y el presente”.

Al año siguiente, el número de charlas organizadas por la Biblioteca fue incrementado. En Enero,  el profesor Numa Romero conferenció sobre “Costumbre de indígenas boliviano” y José Gerardo García lo hizo acerca de la “Vida y obra de Alberdi”. En febrero, Alcídes Casas versó sobre  “El secreto de cómo se prepara una charla espontánea” y el médico Enrique Álvarez Ambrossetti sobre un tema de su especialidad; en marzo, Lino Romero pronunció una disertación relativa a “El amor” y en abril, el doctor Juan Martín Baztarrica ofreció un panorama sobre “El problema actual de la tuberculosis”.

Las primeras cuatro décadas

El 30 de mayo de 1935, la Sociedad Protectora de Bibliotecas Populares, reconoció oficialmente a la Biblioteca “José Ingenieros”. Más tarde, el 4 de octubre de 1938, los estatutos de la institución fueron reconocidos por el Gobierno de la provincia de Buenos Aires con la personería jurídica. Ambos significaron, para la institución, dos de los hechos más importantes en la primera etapa de su historia.

La tarea en los primeros años del funcionamiento de la Biblioteca, buscó cubrir la necesidad de difusión del conocimiento, a través de la bibliografía. Para ello fue creado un sector denominado «Sección Infantil» y se buscó ampliar considerablemente el alcance temático de las obras.

También, el programa cultural del viernes incluía veladas musicales. El 31 de julio de ese año, el profesor Juan B. Belli, ofreció un concierto de piano.

El primer certamen literario, de lo mucho que habrá de organizar o coparticipar la Biblioteca lo largo de su historia, fue convocado en agosto de 1936. En esa oportunidad fue entregado el «Premio Biblioteca Popular José Ingenieros».

En 1947 cuando el fondo bibliográfico había superado los 4000 volúmenes y se recibían un promedio anual de 5000 consultas, la comisión directiva y los bibliotecarios se impusieron la tarea trascendental de efectuar la reclasificación con CDU. La Clasificación Decimal Universal o CDU es el sistema de clasificación bibliográfica de mayor aceptación mundial. Abarca todas las ramas del conocimiento y su forma de notación, independiente de cualquier idioma y alfabeto, constituye uno de los valores fundamentales para su uso en cualquier biblioteca y centro de documentación.

 

La Sección Infantil

La Subcomisión de Niños, también llamada Comisión infantil trabajó, con la coordinación del propio Estévez, de una manera dinámica en la dirección de esa sección temática. Su accionar se vio a un mejor robustecido con la edición de la revista «Aleteos», publicada en 1937, y cuya impresión se efectuaba en los talleres gráficos del diario «El 9 de Julio».

Para abril de 1943, la Sección o Biblioteca Infantil estaba trabajado intensamente, tanto así que en ese año, habían asistido a ese espacio unos 1040 lectores, sobre 940 adultos. Entonces, la sección infantil contaba con 500 volúmenes, sobre un total de 3600 que conformaban la totalidad del inventario bibliográfico.

En ese año, en la Sección Infantil, fue construido el Teatro de Títeres «Arlequín». En abril de 1943, Cándido Moneo Sanz, Gregorio Verdi y José J. Vaccaro había formado el grupo «Los títeres del Triángulo», quienes efectuaron enseguida una gira por 9 de Julio, costeada en buena medida por la Biblioteca.

Moneo Sanz, Verdi y Vaccaro enseñaron a los niños y a los adultos de esta ciudad, por medio de clases prácticas, a construir y manejar los títeres. Así surgió la iniciativa de construir pequeños teatros de títeres en las escuelas y en la Sección Infantil de la Biblioteca.

Desde entonces, los integrantes del grupo  «Arlequín», Jorge Quiroga, Heriberto Guiotto, Amparo Paz, César Barroso, Carlos Rodríguez y Julio Encabo, todos ellos socios de la sección infantil de la Biblioteca, dirigidos por Jorge Barroso, realizaron diferentes funciones en varias escuelas de la ciudad, en el Salón Blanco, en el Hogar de Ancianos, en el Hospital y en el Teatro Rossini.

El ciclo de cine

A lo largo de los años, la Biblioteca Popular «José Ingenieros», ha ofrecido  con  buen éxito ciclos de «Cine y Literatura» o “Cine y Reflexiones” Pero, es bueno recordarlo, existe un antecedente bastante remoto:

La Biblioteca fue la primera entidad en brindar en esta ciudad el denominado «Ciclo de Cine» o «Velada Cinematográfica». El 3 de mayo de 1937, en el Teatro Rossini», fue proyectado el film «Por un sólo desliz”.

En agosto de 1943, la Biblioteca ofreció una función cinematográfica gratuita dedicada al público infantil. Se trató de la «Pinocho», la película animada de 1940, producida por Walt Disney.

El Segundo Congreso de Asociaciones Culturales de la región

 En 1937, la Biblioteca Popular «José Ingenieros» organizó el Segundo Congreso Regional de Asociaciones Culturales, que tuvo lugar en 9 de Julio. Se trató, este, del primer evento de magnitud llevado a cabo por la Biblioteca, a pocos años de su fundación.

Ámbito de expresión de los poetas locales y de otros géneros artísticos

Fundada la Biblioteca y establecido el ciclo de conferencias, fue aquel un ámbito por excelencia, también, para la difusión de las obras poéticas de los escritores locales. Enrique Catani y José G. García fueron los primeros en compartir con el auditorio sus poesía, recitadas en el marco de las pláticas sobre literatura.

Las gestiones para la construcción del edificio propio

A poco más de un lustro de haber sido fundada la Biblioteca, la comisión directiva comenzó a advertir la necesidad de contar con una sede propia.

Una sede propia permitiría no solamente albergar los anaqueles de una manera más espaciosa, sino también se podría incrementar aún más la asistencia de los lectores al contar con un espacio más acorde y confortable. Un salón de actos propios facilitaría, en gran medida, la realización de la acción cultural de la institución.

En 1939 se comenzaron a realizar las gestiones iniciales para la obtención de un terreno o de un edificio que pudiera ser adecuado para el uso de la Biblioteca. En primer término, integrantes de la Comisión se dirigieron a algunos vecinos que, a la sazón, eran propietarios de varios inmuebles en la ciudad.

Indudablemente, el hecho más destacable acontece a comienzos de junio de 1939, cuando el presidente de la comisión directiva, doctor Rogelio Rivero, mantiene las primeras entrevistas con quien será el benefactor de la institución, con la donación del solar donde actualmente se encuentra el edificio: Guillermo Larrañaga. En esta ocasión cobró especial protagonismo la intervención, en esas gestiones realizadas ante Larrañaga, del profesor Armando Palacios y del maestro Enrique Cano.

Para mayo de 1940 la donación se había hecho efectiva. La vivienda que había donado Guillermo Larrañaga se encontraba ubicada en la esquina de la avenida Primer Centenario (hoy avenida Libertador General San Martín) y Mendoza, donde hoy se levanta la sede de la Biblioteca.

En 1941, el ingeniero Luis Herbín, quien venía proyectando las principales obras públicas realizadas en la ciudad en las últimas décadas, había elaborado un presupuesto para la construcción del edificio propio de la Biblioteca. Sobre la base del anteproyecto de Herlín, el arquitecto Gabriel Barroso elaboró los planos correspondientes.

Si bien las diferentes comisiones directivas trabajaron con empeño en el proyecto de construcción del nuevo edificio, debió transcurrir más de una década hasta que, en 1952, fue conformada una subcomisión de vecinos encargados de efectuar los estudios vinculados con este punto.

Entre 1962 y 1963, la comisión directiva realizó un esfuerzo especial para la adquisición de los fondos que permitieran la conclusión las obras.

La inauguración del nuevo edificio

Para la inauguración del nuevo edificio se escogió el día  27 de octubre de 1963, haciéndolo coincidir con la celebración del Centenario de la fundación de 9 de Julio.

En 1954, en virtud de que se hacía difícil sostener la biblioteca del Colegio Cavallari, que no contaba con recursos para mantenerse, ni personería jurídica para funcionar como una organización autónoma, se decidió donar los volúmenes que la conformaban a la Biblioteca «José Ingenieros». Otra parte de los libros, que habían formado la biblioteca del Colegio Cavallari, pasaron a engrosar la biblioteca de la Escuela Nacional de Comercio.

La Sala de Referencia

A comienzos de la década de 1970, durante la presidencia de Gildo R. Miglierina, se trabajó activamente en la adecuación del subsuelo del edificio. En el mismo, luego del cierre de la filial local de la Alianza Francesa, se estableció instalar la Biblioteca infantil, la sala de investigación y de referencia, delimitando también allí el sitio para la sala de lectura.

El 27 de octubre de 1979 tuvo lugar la inauguración, en el subsuelo, de la Sala de Referencia.

La Sala de Referencia ha tenido, en efecto, una notable gravitación en la formación de, al menos, dos generaciones de nuevejulienses. Diariamente, en ambos turnos, llegaron a pasar diariamente por allí más de setenta escolares quienes, además de realizar sus investigaciones, eran orientados por el personal en la preparación de las guías de estudio y en la realización de las tareas escolares

Entre 1980 y 1989 y, en buena parte de la década de 1990, la Biblioteca ofreció su espacio para la realización de exposiciones de pintura, escultura, fotografía, paneles didácticos, materiales  diversos y  trabajos escolares (dibujo, collage, pintura,  en etc.). También se concretaron cursos, cursillos, seminarios, jornadas,  y talleres; artes escénicas y audiovisuales (teatro, proyección cine adulto, proyección cine infantil y juvenil, cine forum, conciertos; conferencias y mesas redondas.

El avance tecnológico y los libros

El devenir de los años ha traído cambios sustanciales en la forma de producción, preservación y trasmisión de la información. El constante avance  tecnológico, la flexibilidad tanto del acceso como del empleo de la información computarizada, ha generado una mayor independencia del lector de la biblioteca y del bibliotecario, al menos en relación con el modo de obtener la información. Pero paradójicamente, también se ha incrementado la importancia de las funciones tradicionales de la biblioteca de catalogación y de orientación del lector.

Quien visita diariamente, en nuestros días, la Biblioteca Popular «José Ingenieros», puede comprobar que son muchos los lectores ávidos de encontrar un libro para su lectura cotidiana. Más aún, el público lector no se circunscribe solamente a las personas de edad más avanzada, más habituados a utilizar las ediciones impresas. También, son muchos los jóvenes que eligen leer libros en formato papel y buscarlos en la Biblioteca.

La tarea esencial del bibliotecario seguía siendo la misma: reunir y preservar el registro de los logros y las creaciones de hombre y poner esos registros al alcance de los que han de usarlos.

El paso de los años…

Durante el año 2013, coincidiendo con la celebración del Sesquicentenario de la fundación de la ciudad de 9 de Julio, la Biblioteca Popular «José Ingenieros», realizó un extraordinario programa de actividades que se concretaron entre enero y diciembre.

Además de la actividad de difusión cultural que acostumbra realizar la biblioteca, se efectuaron exposiciones, conciertos, actividades recreativas y propuesta para los niños durante el receso escolar de invierno, veladas de cine y literatura, cafés literarios, presentaciones de libros y ferias, entre otras.
Los actos centrales realizados con la finalidad de festejar el 80º aniversario de Biblioteca Popular “José Ingenieros”, se realizaron en sábado 12 de octubre de 2013, en una  jornada  de alegría y emoción.

Interrelación de la Biblioteca con los diferentes Niveles Educativos de la Ciudad de 9 de Julio

En los últimos tiempos se ha dado mayor difusión al trabajo que realiza la Biblioteca y también abrirla a la visita de contingentes escolares para que los chicos la conozcan.

Es incesante la  visita de alumnos de Nivel Inicial, Primario, Secundario y Terciario junto a sus maestras y profesores.  Las bibliotecarias reciben a las  docentes con sus alumnos, se les explica el funcionamiento del préstamo de libros y uso de las diferentes salas que componen la Biblioteca. Los niños visitan el Rincón Infantil y se maravillan estando en contacto con los libros. Luego las docentes dan continuidad en sus respectivas salas y aulas formando las Bibliotecas del Aula dando un marco integral a la lectura, exploración, análisis de textos, despertando el gusto y amor por la lectura placentera.

 “La biblioteca, en su esencia, es un espacio que une a la comunidad, que recibe a todos, y sirve como un foro para la información y las ideas. Sencillamente la biblioteca es alimento para la mente y el alma”.

Bibliografía:

*80 años de la Biblioteca Popular José Ingenieros 1933- 2013; Héctor Iaconis y Graciela Gómez Sala. (Autores nuevejulienses)

*Esta obra puede ser consultada en la Biblioteca Popular José Ingenieros

Definición de Biblioteca: https://conceptodefinicion.de/biblioteca/